CLICK HERE FOR THOUSANDS OF FREE BLOGGER TEMPLATES »

domingo, 11 de abril de 2010

NI CHICHA NI LIMONADA

La cumbia peruana ha tomado el nombre del ritmo propio de los vecinos colombianos, pero no se equivoque, en un rincón de los Olivos prueba ser tan peruano como el ceviche o la marinera.

¿Qué hacer en un jueves en la capital con algunos soles en el bolsillo y ganas de pertenecer? Eso se pregunta una delegación de animados estudiantes que ante la excusa de un forzado trabajo de fin de semestre finalmente decide dirigirse al otro extremo de la ciudad, donde la variedad de opciones tanto en lugar como en precio los estimulan y aturden…

Todo está decidido: luego de mirar cientos de afiches fosforescentes mientras van apretujados en una de las líneas que recorre la Panamericana Norte, han optado por el concierto más publicitado: “Homenaje al Trabajador” “Agua Marina en Vivo”, “Orquesta Caribeños” y “Marisol”; Jueves 15 de Octubre 9pm. Pequeño problema: no les gusta ni la chicha ni la cumbia, ni los ritmos vernaculares y mucho menos tienen idea de cómo bailarlos o de sus letras.

Es hora “punta” y viajar en transporte público puede ser una odisea, sólo la euforia de la novedad puede disipar un poco ese panorama. Destino Final: “El Huaralino” de Los Olivos junto al Ovalo Naranjal son las 9:20pm; mientras tanto en todo Lima están por empezar otros cuarenta conciertos de este tipo, donde más de veinticinco mil personas perderán la vergüenza, la razón y la mitad de su pago semanal.

Una larga hilera de personas recorre toda el área del local, se aglomeran ruidosamente mientras conversan con gran entusiasmo. Lima es el reino de la informalidad, y este rincón no es la excepción; lo comprueban cuando no es necesario hacer la línea más larga para comprar las entradas, unos amables revendedores traen las requeridas por un par de soles más. Mujeres macizas pregonan la venta indiscriminada de cerveza en lata, cigarrillos y chicles; un niño vivaracho promociona Clorets y Halls para el aliento de las bullangueras chibolas que no pueden esperar para entrar al local y avanzan a empellones.

El control en la entrada es una mera formalidad, toquetean los cuerpos uno a uno, palpan los bolsos y mochilas de universitarios, aspirantes y escolares, que bien podrían estar cargando algún arma o algún otro objeto peligroso. Defensa Civil declara el lugar apto para las actividades nocturnas de hoy, son libres ahora de entrar y ubicarse.

Inquietos y pasmados se limitan a avanzar en dirección al escenario, todos olservan con atención y también con algo de desconfianza; el lugar tiene muchos elementos pintorescos: un dolly que se pasea de aquí para allá intentando sacar las mejores imágenes para un video, -posiblemente videoclip musical/karaoke- que será editado, lanzado y vendido una semana después en el pabellón B-6 del Centro Comercial El Hueco; luces hollywoodenses multicolores que enceguecen mientras desfilan las primeras comitivas de danzantes que parecen creer asistir a una grand premiere y una inmensa botella de cerveza Cristal repleta de aire se mueve a discreción, saludando a todos e incitando al consumo de esta bebida alcohólica tan popular.

Ya ubicados a unos pocos metros del escenario, se topan a “Los Caribeños”, quienes muy animosos, lanzan bromas a la multitud que poco a poco se va agrupando en torno a ellos. Entre canción y canción interviene un locutor de moda que manda saludos a las fans que lograron hacerle llegar un papelito: “Te Amo Willy” de parte de Betty, tampoco faltan las publicidades a las zapaterías y casas de éxitos musicales. En el intermedio de “Sólo Tú” aparecen un par de bamboleantes bailarinas que se mueven al ritmo de la música y despliegan amplias sonrisas, aunque este detalle queda minimizado gracias a sus llamativos y cortos atuendos, el derrier las delata, son las famosas chicas de “El Trome”; durante el resto de la noche “las malcriadas” se contonean como bailarinas exóticas, el público masculino enardece, las aclama, ellas complacidas intentan consentirles y despliegan todo su encanto arrojándoles pelotas, cds autografiados y camisetas que los fans se esfuerzan por alcanzar, cual si fueran solteronas tras el ramo de matrimonio.

Hacia la más próxima esquina la Señora Agustina utiliza su improvisada lámpara hecha con una vela y una botella de guaraná cortada a la mitad; la flama amenaza y se acerca peligrosamente a los cigarrillos cada vez que la golosinera cabecea, ya son las 2am, “el sereno” acurruca a los más ebrios y a los trabajadores no homenajeados que en vez de bailar siguen tratando de ganarse la vida.

Aun al aire libre es inevitable que el calor de miles de cuerpos moviéndose al unísono no suba la temperatura del ambiente. A quien le importa contagiarse de la gripe aviar o porcina? aquí todos se contagian viralmente de la fiebre del momento, esta música que llegó hace más de dos décadas se transforma, evoluciona pero que no piensa irse…

Los jóvenes intérpretes entonan las primeras notas de “Tendría que Llorar por Tí” y a la vez intentan una monótona coreografía que parece sacada de la decadencia del grupo “Menudo”. Gracias a la ausencia de Marisol la “Faraona de la Cumbia”- por problemas de salud- Los Caribeños tienen que cumplir con una función doble, después de un par de horas no quedan canciones en el repertorio y se ven obligados a repetirlas una y otra vez pero debido a los efectos del alcohol y la euforia colectiva nadie lo nota; ensayan incluso covers de canciones de moda de sus contendores en las listas de popularidad como Hermanos Yaipén o Grupo 5.

Es agradable ver esta mixtura cultural, los integrantes de este auditorio son gente de lo más variada: vestidos sobrios y estrafalarios; combinaciones osadas, escotes y minis; abrigos y sandalias; son todos una masa uniforme que se mueve al mismo ritmo y compás. Paradójicamente, en este concierto se consume todo menos chicha; a diferencia de sus inicios cuando esta música fue relacionada con el consumo de chicha de jora, que las provincianas manos fabricaban artesanalmente –de ahí que se acuña la palabra chicha como el género musical y chicheros a los que la escuchan-, la evolución y expansión de este movimiento se ha alejado de ese perfil y en la mayoría de establecimientos venden prioritariamente cerveza, ron entre otros licores. Ahora todos bailan un mix de Juaneco que hizo gozar a multitudes hace más de veinte años, pero esta vez al estilo Bareto, más juvenil, más electrónico y comercial. La música continua interminablemente; Agua Marina hace su aparición interpretando su clásico “Paloma Ajena”, todos vestidos con elegantes trajes negros zapatean y zarandean sus cuerpos cuanto pueden, mientras tocan trompetas y repiten estribillos; asumen una imagen más seria, quizá por su edad ya madura o por el éxito de una larga trayectoria. Las canciones son tan parecidas entre sí que a las 3 am todos se mueven pero no se distingue una tonada de otra. Montoncillos de gente agrupada en círculos, algunos han hecho espacio para descansar y se repliegan hacia la entrada del local donde se acomodan en donde pueden, improvisando asientos con cajas de cerveza, invadiendo las jardineras, y los que son más avezados no tiene problemas con hacerse amigos del suelo… otra gente con mas platita en el bolsillo invierte en el consumo de polladas, anticuchos y snacks, con los que podrán tener más energía para terminar la noche y empezar la mañana en este local donde la hora de cierre real no concuerda con la de las regulaciones del distrito.

En la zona vip hay algunas estrellas de poco fulgor en la farándula peruana, como Manolo Rojas, haciendo trencito junto a algunas vedettes de nombre olvidable. Tras muchos intentos fallidos la comitiva universitaria logra coger ritmo, se arriesgan a tantear unos pasitos, el ejemplo de los demás les da la confianza; de pronto se saben todas las letras, es el “spam” recibido en las combis, en el mercado, en la fiesta de algún vecino, el efecto subliminal de la cumbia peruana es aun desconocido; este virus se esparce como una pandemia, imposible escapar de su dominio… te gusta, no quieres; pero te atrapa y te envuelve; lo aceptas y caes, ahora les perteneces.

Hacia el final de la velada se aprecian grupos más dispersos, más lentos, más parejas casuales en los rincones, disfrutando de los últimos besos, más borrachos escandalosos mostrando agresividad o depresión; La Orquesta empieza a tocar covers de rock en español de los Enanitos Verdes, Soda Stereo y Hombres G., al parecer ya no hay mas en el ramillete musical para entretener al público. Botellas rotas son parte del paisaje que ya va aclarando, muy poca gente queda ya en escena y en pie; cansados pero eufóricos salen del local que aun quiere mantenerse en funcionamiento, en el aroma del ambiente se mezcla la cerveza, anticuchos, polladas y cigarrillos. Afuera una carpa de caldo de Gallina por tres nuevos soles recibe a todo aquel que esté hambriento.

Los más “misios” se agrupan en las aceras y junto al paradero para “chapar” su combi, ya es de día y algunos comerciantes deambulan con su mercadería a cuestas para empezar la jornada, las farolas y los postes siguen encendidos, se respira la humedad acostumbrada de Lima, los cobradores y sus recitadas líneas se oyen más fuertes a esta hora de la mañana; un par de tamaleras le quitan el lugar al vendedor de periódicos que se arrima más a la esquina; “enatrus” repletos de gente circulan lentamente y un olor a pan caliente irrumpe sin proponérselo.

Queda la sensación del jolgorio nocturno: todos somos iguales bajo las luces de neón y el efecto del ritmo de la cumbia; lo han comprobado: el ritmo frenético de la cumbia no es peruano pero se porta como si lo fuera, se ha adaptado y mejorado; vive y reina en las calles, en las mentes y no es una moda pasajera, llegó para quedarse al menos por un largo tiempo.

0 comentarios: