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domingo, 11 de abril de 2010

Lima la racista

Nuestro país a pesar de ser pluricultural, manifiesta mucho racismo, la capital sólo tiene a ser una muestra de lo que sucede alrededor de todo el territorio, también se agrava la situación por la convivencia de distintas etnias que no necesariamente viven en armonía y que muchas veces se tienen un pasado de conflicto. La discriminación racial no es una novedad. Es una consecuencia de un largo proceso que ha durado siglos, en los que se excluye a sectores de la población basados en su etnia y teniendo a menos sus manifestaciones culturales.

Durante los doscientos años de vida republicana que tiene el Perú, podemos ver cómo durante los distintos gobiernos existe una exclusión de la población de etnias diferentes a la blanca, ya sea la andina, amazónica o negra mayoritariamente. En el año de la declaración de independencia, se oficializó el castellano, a pesar de que sólo lo hablaba el 10% de la población, lo que revelaba un grave problema de identidad nacional y elitismo por parte de las autoridades políticas que funcionaron durante este periodo; así como también por descarte negar la participación de la población indígena -por considerarla ignorante- en los eventos importantes de corte social y político. Poco a poco gracias a la migración europea adoptamos distintos prejuicios y su manera de ver el mundo, combinada con toda la herencia que llevamos de nuestros antecesores los incas y nuestras culturas regionales como la Moche o la Wari, aunque lo que más predominó fue el desprecio contra lo que nos distingue como el color de la piel, los dialectos, las tradiciones y demás.

Lima es uno de los lugares con mas racismo dentro de nuestro país, las formas peyorativas con las que tratamos a los otros vienen de una escala mental que tenemos implantada desde nuestra infancia, donde somos inferiores a unos y superiores a otros y todo esto basado simplemente en la raza, en poder adquisitivo o el apellido prioritariamente; podría decirse que llegamos a tratarnos tan mal que convivimos siendo unos enemigos de otros sin ningún motivo de valía. Tratando de manera injusta a nuestros semejantes lo que hacemos finalmente es tratarnos mal a nosotros mismos, es negar una parte nuestra de la que en vez de estar orgulloso pretendemos anular de manera abrupta y descabellada.

El prejuicio racial en Lima se expresa de múltiples maneras, las más comunes se dan en los juicios valorativos, lenguaje coloquial donde los insultos pueden ambiguamente ser usados como palabras cariñosas, un ejemplo claro es el término “cholo”. Así es que hemos aprendido a discriminar a quienes son diferentes.

Debemos ser capaces de ver nuestra diversidad cultural como una riqueza y aceptar nuestro pluralismo como una atracción mundial y como algo de lo que deberíamos estar orgullosos. Las políticas educativas en nuestro país debieran atender el grave problema de las prácticas discriminatorias y los prejuicios raciales que predominan. Educar para el respeto a la diversidad y a la tolerancia debiera tener una importancia prioritaria tanto en las escuelas públicas como en las privadas, para mejorar esta grave dolencia social del país en las futuras generaciones.

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